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SUEÑAN LAS FLORES QUE DESAPARECEN

MAIA Contemporary

2021

Dressed in the memory of being alive, the beauty of flowers defies their impermanence. But do they know they are not alive? would we know? do we know we are no more?

 

Beyond confronting us with our own mortality, the pandemic is forcing us to see that the new normality is identical to all the previous ones: a series of simultaneous lies and truths that we hold dear because in the face of nothingness they propose continuity. And the fact is that in fantasy we have always found refuge from the harsh reality. Such strategy has been so effective that reality has completely disappeared from our lives.

In its place we have reinvented the real as fiction. We have recreated existence, imitated life and revived the inanimate: from plastic grass, to deepfakes, to the printing of organs or the fabrication of flesh. Art itself went from representing reality to recycling it: a perpetual copy without an origin or an end, more real than the real; the hyperreal as the basis of simulacra (Baudrillard, 1981).

Sueñan las flores que desaparecen follows the aforesaid path, erasing the limits between the virtual and the palpable, absence and presence, the original and the replica. From still life images, this series revolves around the poetics of disappearance. Featuring the transmutation of flowers facing the promise of change, the pieces no longer only expose flaws and errors so distinctive of the artist’s work, but also become deformed to the point of abstraction, disappearing amidst their infinite forms.

Tomando como punto de partida la naturaleza muerta de siglos pasados, esta serie explora los futuros distópicos que protagonizan las flores que transmutan. Las piezas ya no solo reflejan el error tan característico del artista, sino que además se deforman hasta llegar a la abstracción. A partir de la pintura al óleo se desenvuelve una investigación de técnicas en múltiples formatos y con diversos materiales—pintura acrílica, vitral, textil, papel, resina, entre otras.

¿Solo así he de irme?

¿Cómo las flores que perecieron?

¿Nada quedará en mi nombre? ¿Nada de mi fama en la tierra?

 

¡Al menos flores, al menos cantos!

 

Cantos de Huexotzingo

 

Ataviadas con el recuerdo de estar vivas, la belleza de las flores desafía su inminencia. Pero ¿saben ellas que no están vivas? ¿lo sabríamos nosotros? ¿sabemos que ya no estamos?

 

La pandemia, más allá de enfrentarnos con nuestra propia mortalidad, nos está obligando a ver que la nueva normalidad es igual a todas las anteriores: una serie de mentiras y verdades simultáneas que apreciamos porque frente la nada nos proponen continuidad. Y es que en la fantasía siempre hemos encontramos resguardo de la cruda realidad. Tan efectiva ha sido dicha estrategia, que la realidad ha desaparecido por completo de nuestras vidas.

 

La paradoja es que, entre las infinitas posibilidades, nos hemos enfocado en reinventar lo real como ficción. Hemos recreado la existencia, imitado la vida y revivido lo inanimado: desde césped plástico, pasando por deepfakes, y hasta la impresión de órganos o la fabricación de carne. Inclusive, el arte mismo ya no como una representación de la realidad, si no como su reciclaje: una copia perpetua sin origen ni fin, más real que lo real. La hyperrealidad como la base de la simulación (Baudrillard, 1981).

 

Sueñan las flores que desaparecen recorre este mismo trayecto borrando a su paso los limites entre lo virtual y lo palpable, lo ausente y lo presente, lo original y la replica. Es así como a partir de imágenes de naturaleza muerta, esta serie gira en torno a la poética de la desaparición. Protagonizada por las flores que transmutan frente a la promesa de cambio, las piezas ya no solo evidencian la falla y el error tan característicos del artista, si no que se deforman hasta llegar a la abstracción, desapareciendo entre sus formas infinitas.

Mafer Álvarez

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